Dios se sentía profundamente triste, por primera vez en su infinita existencia, Dios empezó a sentir desánimo y frustración, porque había llegado a auto convencerse a sí mismo, que no valía la pena seguir intentando que su creación funcionara de la manera que él se había propuesto en el principio.
Había pensado seriamente en Renunciar y darse por vencido para siempre, por los siglos de los siglos.
Sin embargo, no había nadie que pudiera ocupar su puesto de trabajo, pues no había logrado crear a ningún sustituto que pudiera hacerse cargo de lo que él sabía y Reconocía como su propia Responsabilidad.
En ese momento se le acercó Jesús, su hijo adoptivo, y le dijo; <<Padre, ¿Pero en qué estás pensando? Tú no puedes darte por vencido. Tú tienes estrictamente prohibido por ti mismo Renunciar a tu creación. Tú sabes que no puedes dejar que todo dependa de la suerte, de la casualidad o del destino, tus intervenciones son necesarias, al menos en el planeta tierra. Pues ambos sabemos que la especie humana es todavía muy Reciente, y carece de un nivel de conciencia como el que es necesario para que dejen de depender tanto de tí.
Padre, . . . si tú te Rindes y te das por vencido, . . . ¡todo el esfuerzo y el sacrificio que yo he tenido que hacer habrá sido en vano! Y todo lo que Moisés y tantos seres de la especie humana han tenido que hacer y soportar, habrá sido en vano también.>> -Concluyó Jesucristo.
Dios permaneció en silencio, sintiendo por dentro que su hijo tenía Razón, y empezó a sentir cierto grado de nueva motivación.
En ese momento, . . . se escuchó a lo lejos una voz que decía: <<Yo no me Rendí ni me di por vencido después de tantos intentos para hacer funcionar la electricidad, y gracias a mi persistencia y perseverancia, a mi fuerza de voluntad y a que aprendía de mis errores y aciertos, hoy la electricidad funciona cómo yo me lo había propuesto desde el principio. Si tú continúas, . . . tarde o temprano lograrás que toda tu creación funcione de la manera que deseas, tal y como te lo hayas propuesto, señor.>> -Argumentó Tesla, que está en el cielo.
Al escuchar el comentario del espíritu de Tesla, Dios comprendió que tanto Jesús como Tesla tenían sus palabras llenas de Razón. De esa manera Dios volvió a sentirse motivado, y sabía que no podía dejar a la suerte, al destino o a la pura casualidad, la manera de funcionar de toda su creación.
-De inmediato empezó a dar órdenes cargadas de entusiasmo, con motivación y energía positiva, y empezó a enviar masivamente a unos para allá, a otros para acá, y a otros para aquellas otras partes.
Así pues, Dios sigue trabajando de manera infinita en tratar de hacer que su creación funcione de la manera correcta, aunque en ocasiones también se cansa y se desanima, porque él no sólo piensa, sino que también siente. . . .
Y justamente de eso se trata la vida, . . . no sólo de pensar, sino también de sentir. No sólo de suerte, destino o casualidad, sino de dedicación, esfuerzo, sacrificio, perseverancia, persistencia y aprendizaje puesto en práctica continua.
Así fue como todo volvió a empezar, sin siquiera haber terminado nunca, porque justamente de eso se trata la vida, no sólo de empezar, sino de continuar hasta lograr que funcione de la manera correcta, lo que uno se había propuesto desde el principio.
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