Un "hola" sin Respuesta. . . . Historia ficticia que ocurre todos los días en la vida Real.

Él era Mexicano, fiel creyente de noticias más falsas que las teorías de la NASA.

Ella era Rusa, y era tan inteligente que tenía una vida extremadamente confusa, casi tanto como que no sabía ni elegir bien su blusa por las mañanas, antes del café.

Al Dios del mundo surrealista se le ocurrió que sería buena idea que ella y él se conocieran cierto día a cierta hora,  . . . en cierto lugar y en un preciso momento.  . . .

El destino y la casualidad estuvieron de acuerdo con la buena idea del Dios del mundo surrealista,  . . . y conspiraron a su favor.  . . .

Al encontrarse ella dijo: "Hola." - En Ruso, con una sonrrisa más hermosa que la del Joker.

Él no hablaba Ruso, así que ni siquiera el hola entendió, aunque la Rusa y su sonrrisa sí le gustó.  . . . Pero no dijo nada, siguió su camino como si nada, como cualquier tipo tímido y sin convicción.  . . . En su mente cada quien iba metido en sus cosas y cada quien iba pensando en lo que tenía que hacer en este día.

Se acababan de cruzar dos mentalidades y dos vidas completamente distintas, tanto así que literalmente casi ni se tomaron en cuenta, y aunque probablemente núnca más volverían a encontrarse, no se extrañarían, y en menos de un Ratito ya ni siquiera iban a Recordarse. 

Mientras tanto, la casualidad y el destino se preguntaban: "¿Qué demonios pasó ahí? ¿En qué hemos fallado? Si hicimos que se encontraran en el lugar y el momento indicado." - Se preguntaron el destino y la casualidad.  . . . "No tengo ni la mínima idea hijos míos." - Dijo el Dios del mundo surrealista.

Y así dió fin, una historia que nunca empezó, ni la casualidad, ni el destino ni el Dios del mundo surrealista pudieron desvíar de su camino a aquel tipo, que se dirigía a toda prisa hacia ninguna parte, debido a que era un fiel creyente de noticias más falsas que las teorías de la NASA, y no tenía aspiraciones, ni sueños, ni metas personales.  . . .

No hubo ni amor ni dolor, ni ilusión ni desilusión,  . . . ni principio ni fin.  . . . Sólo un "hola" en Rsuso,  . . . que nadie Respondió, un hola sin adiós.  . . . Mientras tanto, el Dios del mundo surrealista preparaba al destino y a la casualidad, para una nueva historia, para intentar éso mismo con otros alguien, a otra hora y en otro lugar, en uno de tantos intentos,  . . . tenía qué funcionar.

Ella era,  . . . feminista.

Él era,  . . .

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